Normalmente os suelo contar sucesos que me pasan con los lusers pero como llevo unos días de vacaciones y últimamente tanto users como lusers no parece que se meen demasiado fuera del tiesto, os voy a narrar como fue el día en el que emprendí el camino de la fuerza.
He de reconocer que el gusto por estos aparatos me vino bastante tarde, hablo de los 16 o 17 años. Hasta entonces mi único contacto con el mundo del los ordenadores había sido el Office, la Encarta y poco más. Dios mío!! si recuerdo que me asuste cuando cree sin querer, en mi Windows 95, un acceso directo.
Poco a poco me fui metiendo en el mundillo, conociendo el Hardware que componía el aparato, posibles problemas e incluso empecé a formatear el equipo, era un luser en toda regla.
Aún y así para problemas serios siempre terminaba llamando a mi primo o llevando el equipo a una tienda “especializada”. Entenderéis porque lo pongo entrecomillado más adelante.
Mi primer maestro de la fuerza fue un compañero que conocí en el módulo de electrónica. Para mí era algo sobrecogedor. Esta persona sabía que le pasaba al equipo tan solo con escucharlo, no siempre acertaba pero el porcentaje de aciertos era bastante elevado. Fue mi primer proveedor de CD’s con software “alternativo” y de esta manera empecé a conocer diferentes sistemas operativos y herramientas para tratar con los problemas de los equipos.
De esta manera cuando terminé el módulo ya me consideraba un user Pro en toda regla decidido a ir a por la carrera y con ansia de conocer más y más.
Así que me embarque en la carrera de informática y entre asignatura de un tipo y asignaturas de otro, a veces incluso aprendíamos algo de informática. Pero al igual que en el módulo, tenía compañeros que sabían un montón y con experiencia en trasteos con equipos así que poco a poco me fui soltando con el mio.
Entonces llego el día, mi equipo de unos 3 años y algo comenzó a dar problemas, se apagaba, se reiniciaba sin ningún patrón aparente. Como hice en casos anteriores lo lleve a la tienda donde lo había comprado. En ella me dijeron que el problema era la fuente de alimentación, así que la cambiaron porque decían que estaba en garantía… claro claro, después de más de 3 años, yo callado como una puta.
Al día siguiente encendí el equipo y volvió a fallar así que con las mismas lo volví a llevar y esta vez se dieron cuenta de que no estaba en garantía y me dijeron que la solución era cambiar el ventilador del procesador y por ello me cobraron. A mí esta solución no me terminaba de convencer pero ellos eran los profesionales del asunto.
Obviamente el equipo seguía sin funcionar así que lo lleve a otra tienda de más confianza. En esta tienda, tras tenerlo en espera casi 3 semanas, me dijeron que el problema era el disco y que habían hecho una reparación del mismo. Para que nos entendamos, pasaron el Scandisk y por ello me cobraron la friolera de 40 €. Me dolió. Me dolió en el alma y en el orgullo porque tenía la certeza de que eso no iba a servir de nada.
Tras semejante sablazo, herido en el orgullo de un futuro informático y animado por algún compañero de carrera decidí intentar encontrar el problema por mi mismo.
Resultó que el problema era un zócalo de memoria del la placa. Me costo encontrarlo un par de horas.
En ese momento comprendí que las personas de las tiendas quizás no supieran mucho más que yo y que las herramientas que ellas usaban estaban a mi alcance así que a partir de ese momento yo me encargaría de las reparaciones y problemas de los equipos que lo necesitasen. Ya había elegido el camino de la fuerza y no había vuelta atrás.
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