Hoy vamos a comentar uno de esos experimentos sociales que tanto me gustan y que debería hacernos reflexionar. El experimento de la ventana rota.
Phillip Zimbardo dejó en la calle dos coches iguales en color, modelo y marca. Uno de los coches lo dejó en el Bronx, una zona pobre y conflictiva mientras que el otro coche lo estacionó en Palo Alto, zona rica y tranquila de California.
A los pocos días, el coche del Bronx estaba destrozado y alguna de sus partes robadas. El coche de Palo Alto estaba intacto.
El comentario habitual es decir que lo ocurrido en el Bronx es debido a que es una zona de pobreza. ¿Es cierto este comentario?
El experimento no terminó ahí. Los investigadores rompieron una de las ventanas del coche de Palo Alto y al poco tiempo la evolución fue exactamente la misma que la del coche del Bronx pero en Palo Alto, no son pobres ¿No?
¿Por qué esa ventana desató ese proceso vandálico? Lo primero sería descartar en mayor grado el argumento de la pobreza. Quizá tenga que ver más con la naturaleza humana y el comportamiento social.
La idea es que esa ventana rota significa ausencia de ley y poco a poco va valiendo todo. Van incrementándose los actos vandálicos lo cual hace que se reafirme la ausencia de ley hasta llegar a un punto delictivo grave. ¿Podemos frenar esto?
¿Nunca habéis pasado por delante de un edificio abandonado que tenía algún cristal roto y habéis tenido la tentación de coger una piedra para romper otro? Yo no solo he tenido la tentación, lo he hecho. ¿Por qué?
Si una comunidad exhibe signos de deterioro y no se toman medidas al respecto, el deterioro irá a más hasta terminar en una comunicadad conflictiva.
Una extrapolación podría ser que si atajamos las pequeñas faltas como aparcar en doble fila o saltarnos un semáforo en rojo, podríamos evitar que en un futuro tuviéramos un accidente grave.
Cuidado! Que los "progres" no vean esto como una carta blanca para atacar a los delincuentes, nada más lejos. Estamos hablando de tratar de mantener una comunidad limpia, respetuosa, ordenada... básico para una buena convivencia social.
Pero podemos ir más allá. Podemos aplicar esto a nuestra vida personal y familiar. Si dejamos de decir mentiras, si no decimos palabrotas, si no gritamos, si mejoramos ciertos hábitos puede que consigamos que las generaciones futuras sigan ese patrón y no otro que desemboque en un posible en un mal comportamiento o peor aún, un acto vandálico.
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