De vez en cuando me gusta recordar con alguna imagen, anécdota o vídeo que el deporte no solo es competición, dinero y prestigio como muchas veces nos parece. O igual sí, igual se está convirtiendo en un negocio. Vaya usted a saber.
Hay una palabra que es deportividad, que casualmente viene de deporte. De vez en cuando, como si de un eclipse se tratase, podemos disfrutar del espectáculo de la deportividad y de los valores que el deporte debería aportar a nuestra vida y por los cuales motivarnos para practicarlo.
El año pasado, en los Juegos Olímpicos de Río, en la prueba femenina de los 5.000 metros ocurrió esto:
Son las típicas imágenes que te hacen reconciliarte por un momento con la raza humana. Me gustan porque parece que últimamente no hay más que discordias por todo y solo nos ayudamos cuando ocurre un acontecimiento funesto como hace poco en Barcelona. Me gusta porque no es necesario que muera gente o haya heridos para echar una mano. Me gusta porque muestra los valores que hacen que el mundo siga girando.
Por cierto, los jueces de la prueba recalificaron a las corredoras para la final. No era necesario que lo hicieran pero lo hicieron ¿Por qué?
"Porque la deportividad suele tener recompensa."
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