Los tiempos están cambiando y aunque en muchas ocasiones nos cueste reconocerlo, la mayor parte de estos cambios los generamos nosotros mismos, "o sea sé", la sociedad.
Internet siempre ha sido el ejemplo de libertad de expresión por antonomasia. Una persona puede abrir un Blog, un canal de YouTube, un Instagram y opinar, colgar, hacer y poner lo que de da la real gana, eso sin contar las redes sociales donde las opiniones se expresan sin filtro alguno.
Esta libertad me parece bien, no tengo ningún problema con ella. Es como una especie de patio de recreo donde hacemos y decimos lo que nos da la gana, donde nos desfogamos pero... ¿Qué pasa cuando se empieza a monetizar esa libertad?
Hace años YouTube decidió monetizar vídeos en función de una serie de características como pueden ser likes, visitas... se abrieron canales específicos de juegos, sociedad... Fue en ese momento cuando se acuñó la palabra YouTuber. ¿Cómo definimos YouTuber? Podemos definir YouTuber como la persona que trabaja como partner para la empresa YouTube.
He hecho esta definición por una sencilla razón. En YouTube hay dos tipos de personas, los que ganan dinero con sus vídeos y los que no, entre los que se incluye un servidor. Los que usan la plataforma para colgar vídeos sin obtener beneficio económico están sujetos a muy pocas reglas, Copyright y poco más. Los que usan la plataforma como medio de vida, como su trabajo, mayormente estaban sujetos a las mismas normas, pero este año YouTube a revolucionado al personal con nuevas y variadas reglas.
La empresa de Google ha decidido que ya no podrá ser socio cualquiera. Ahora un canal tendrá que tener al menos 10.000 visitas para poder ser socio de YouTube. Con esto quieren evitar plagios y espantar a la gente que lo único que hacía o hace es cortar y pegar fragmentos de vídeos de otros, o de películas o televisión.
También ha establecido una serie de normas para monetizar vídeos. Solo se monetizarán aquellos vídeos que no tengan tintes violentos, sexuales, racistas, extremistas... ya veis por donde voy ¿No? Tras esta decisión, muchos YouTubers pusieron el grito en el cielo porque se les caía buena parte de su fuente de ingresos y porque estas medidas atentaban contra la filosofía de la plataforma y la libertad de expresión.
Vamos a analizar más fríamente todo esto. Nadie a prohibido nada. Se han establecido una serie de normas de cara a la monetización de vídeos, lo cual puedo ver normal, pero si tu quieres, puedes colgar un vídeo sacándote el rabo con una foto de Bin Laden a la vez que declaras la Yihad a una asociación de feministas negras. Lo único, es que no cobrarás ni un duro por el. ¿Qué nos fastidia? ¿Qué nos corten la libertad o el flujo de dinero?
Entendamos como funciona YouTube. No es una ONG. Tu no cuelgas vídeos y él te paga, ni mucho menos. Recordemos que el negocio de Internet es la publicidad y YouTube no es diferente. Si tienes un canal que tiene cierta aceptación quizá a alguna empresa le interese y quiera anunciarse. Esta paga a Youtube y YouTube a ti. ¿Qué pasa si los canales tienen contenidos inapropiados? Pues que las empresas no las interesa anunciarse y por tanto no pagan y por tanto se van de YouTube.
En mi opinión de consumidor y creador de contenido, pienso que los que suben los vídeos con cabeza y respeto no deberían de temer nada. Ahora, si tu modus operandi era la crispación, el lenguaje faltón y las chorradas rozando lo violento, tendras que reciclarte un poco, amigo.
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